domingo, 30 de noviembre de 2014

Triunfo.


Ninguna alarma me despertó esta mañana y me pregunté, ¿Hubiéramos quedado antes de ser sabios y felices? Una que admiro, una que deseo, una a completar mi forma de ser e idealismos. Siempre brillando como el sol interactúa con mi piel en el verano. Sin divagar me he enamorado intelectualmente.

Ay de mí, moñito rosa en cabellos ondulados y castaños: Te convertiste en el contorno del horizonte, en el tatuaje debajo de mis párpados y en todo lo que veo; dejada a mi destino, a mi presente, mi futuro. Te encontré dentro mi plexo soñador con disclaimer de dulzuras. ¿Has notado nuestras despedidas? Cada una es como desvanecerse en la bruma a la distancia del silencio, con el miedo de que nuestras manos no se puedan encontrar pronto, de que nuestros labios no recuerden el último beso.
Mi vida, este es el último llamado al cigarro,
¿A dónde iremos a desayunar?
¿Gustas dormir conmigo?
¿Nos quedamos despiertos a recordar?
Tan solo te conocí y el amor me llovió tan fácil como tinta diluida en el papel, me maravilla pensar en la reacción que desencadena de nuestros labios entrelazados, tan exacto como una ecuación matemática, tan perfecta como la tierra en si… Con esa inmensa curvatura, el globo azul reflejado en el espejo más grande del planeta, en el océano gris de un día nublado, girando para dejarnos caer llevándose la luna a uno de los lados; este amor es tan grande que ni el sol puede abarcarlo, sería un destello tan cruel, un destello al que quiero acercar mis manos y con los dedos ir delineando el día perfecto contigo.

Si de alguna forma el destello dejara los océanos del mundo secos, prometo que cuando el agua quede estática, te voy a dar besos como lluvia y la primavera como flores y mi amor como excusa de vida. Yo digo que nos enamoremos para siempre y hagamos de la vida un viaje más allá de la felicidad...

Ninguna alarma me despertó esta mañana, pero estoy bastante seguro del pensamiento que invadía mi
mente antes de despertar. Tú y yo coloreando la vida en este mundo de monocromo, me haces sonreír cuando ni siquiera lo necesito, me das abrazos en el ángulo perfecto cuando tampoco los necesito y no me gustaban mis cobijas, hasta que te vi acostada en ellas con tu sonrisa. Contigo siento que he ganado tanto que a la mira de tal triunfo, comienzo a sentir el peso de la derrota, comienzo a tener miedo a separarme de los lazos que me atan... a ti.

«Sí, eres ese
tipo de mujer»

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