miércoles, 19 de noviembre de 2014

Polvo de Estrellas



¿Te acuerdas de las estrellas? El recuerdo más vago que tengo de ti, estar ahí sentados en el muelle, volteando hacia la noche mientras el mundo dejaba de girar en ese instante de momento. Qué belleza dilucidar la noche junto a ti, con la música, el fuego de la fogata lejana. Era una noche fría, de esas en las que hace frío de verdad, y nunca pensé que mi pecho pudiera ser tan cálido como esa noche, la envidia de no poder recostar mi cabeza ahí.

No recuerdo mucho de la conversación, mi razonamiento se sentía impotente ante el vislumbramiento de la naturaleza y de ti, esferita de luces, me es imposible plasmar con exactitud lo que representas en mi marco mental, con la sonrisa, con tu luz trémula, con tus formas, con tu voz, con tu frío. Nuestras vidas se unieron en el momento exacto donde la calma era más ensordecedora que la tormenta misma, donde el pasado era la luz del faro, guiando el camino para no perdernos, recordar los errores del ayer para no arrepentirse del presente.

Tú y yo somos personas de pasados fracturados, nos entendemos, nos sentimos, entre la niebla podemos ver el camino si te doy la mano, si me das tu mano, si respiro en tu cabello, si prendes un cigarro, si nos perdemos a la mar...

La gracia de la naturaleza terminó con el momento, comenzó la lluvia, lo recuerdo bien, caminabas rápido por resguardo y yo me tomaba mi tiempo, contemplando tu celeridad en plena calma mientras la lluvia nos caía encima como polvo de estrellas. Entramos a la casa, te sequé y te presté mi ropa, era casi media noche y habíamos agotado todos los recursos de conversación - "¿Vemos una película?", preguntas, con los ojos hechos estrellas, entrecerrados del cansancio. "Claro que sí, la que tú quieras." - dije, sabiendo que no íbamos a ver la película.

Finalmente, el reconfortante placer de estar bajo las cobijas en una noche de invierno, con la lluvia y los relámpagos, una taza de café caliente y el abrazo más sincero que dos personas pueden dar. Te vi dormir la noche entera, esa bendita noche en la que te amé, te vi dormir hasta la mañana, yo estaba muerto, pero mi alma se quedó contigo, a hacerte compañía, sin soltarte, sin dejar de quererte.

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